martes, 7 de mayo de 2013


III. PREDICCIÓN Y PREVENCIÓN

Predicción y prevención de la delincuencia son términos íntimamente relacionados (Garrido y López, 1997), pero que no se deben confundir, ya que no tienen el mismo significado. La prevención se dirige a evitar que los niños y jóvenes incurran en comportamientos antisociales o delictivos, mientras que la predicción busca conocer las situaciones de riesgo que hacen necesaria una intervención preventiva. Una adecuada política preventiva necesita para ser verdaderamente eficaz conocer el problema en el que va a intervenir, por ello resulta necesario conocer las causas o factores de riesgo que influyen o concurren en los delincuentes juveniles (Reiss, Jr., 1995). Las causas o motivaciones de la delincuencia juvenil son múltiples (Garrido y López, 1997Prinz, 2000Hill, Lui y Hawkins, 2001Burns, Howell et al., 2003) y la importancia de unas u otras es un factor variable en cada caso, difícilmente reconducible a un denominador común.10
La literatura criminológica más reciente (Seydlitz y Jenkins, 1998Leukefeld et al., 1998Hawkins et al., 2000Kazdin y Buela-Casal, 2001Wasserman et al., 2003)11 señala como ámbitos con factores de riesgo más influyentes en el comportamiento antisocial y delincuente de los jóvenes, la familia, la escuela, el grupo de amigos, el consumo de drogas y la comunidad.12
La familia juega un papel relevante en el proceso de socialización de los jóvenes, influyendo en gran medida en su futuro comportamiento (prosocial o antisocial). Estrechos vínculos entre padres e hijos, buena comunicación, supervisión y control de los hijos (Seydlitz y Jenkins, 1998), o una disciplina adecuada, reducen el riesgo de delincuencia juvenil (Kumpfer y Alvarado, 1998). Por el contrario, una falta de supervisión (Howell, 1997Lawrence, 1998Browning y Loeber, 1999Chaiken, 2000Hawkins et al., 2000), cambios en la estructura familiar (Thornberry et al., 1999Wasserman et al., 2003), malos tratos, disciplina férrea o alternada, malos ejemplos conductuales (Farrington, 1992,1997), falta de comunicación o carencias afectivas (Browning y Loeber, 1999Bartollas, 2000), incrementan los riesgos de comportamientos delictivos por parte de los jóvenes.
Junto a la familia, la escuela aparece como un factor determinante en la correcta educación y socialización de los jóvenes, operando como un inhibidor de la delincuencia, ya que el éxito académico y buenas actitudes hacia la escuela reducen la delincuencia (Seydlitz y Jenkins, 1998Browning y Huizinga, 1999Parks, 2000Schweinhart, 2003aBurns, Howell et al., 2003), aunque en algunos casos el fracaso escolar o un temprano abandono escolar opera en sentido contrario como un facilitador de la delincuencia (Farrington, 19921997Borduin y Schaeffer, 1998Catalano, Loeber y McKinney, 1999Huizinga, Loeber, Thornberry y Cothern, 2000).
El grupo de amigos (peers) es importante en el desarrollo psicosocial al ofrecer a los adolescentes un sentido de pertenencia, un soporte emocional y normas de comportamiento (Borduin y Schaeffer, 1998), señalándose como un factor de gran influencia en la delincuencia juvenil,13 hasta llegar a afirmarse que la asociación con amigos delincuentes es el mejor predictor de la delincuencia en las investigaciones actuales (Howell, 1997Battin-Pearson et al., 1998Lawrence, 1998Seydlitz y Jenkins, 1998Leukefeld et al., 1998;Borduin y Schaeffer, 1998Browning y Huizinga, 1999Feld, 1999Browning, Thornberry y Porter, 1999Hawkins et al., 2000Wasserman et al., 2003).
Evidencias empíricas sugieren también una fuerte relación entre el consumo de drogas y la delincuencia (Huizinga, Loeber, Thornberry y Cothern, 2000),14 sustentándose, a su vez, que los factores de riesgo que contribuyen al consumo de drogas son los mismos o muy similares que los que influyen en la delincuencia (Hawkins, Arthur y Catalano, 1995;Leukefeld et al., 1998).
Factores sociales y comunitarios parece que también tienen influencia en la delincuencia juvenil, aunque es el área más controvertida de las examinadas (Seydlitz y Jenkins, 1998Kazdin y Buela- Casal, 2001). De todas formas, aunque su influencia directa sea menor, sí parece que el estatus socioeconómico (Farrington, 19921997Browning, Thornberry y Porter, 1999), aspectos ecológicos y ambientales del barrio donde se habita, viviendas sin las adecuadas condiciones de habitabilidad, etc., pueden influir en la delincuencia juvenil (Browning y Loeber, 1999).
Por último, se mencionan también como factores predictivos de futuros comportamientos antisociales o delictivos una serie de factores individuales de carácter fundamentalmente psicológico desarrollados en la infancia. Desórdenes internos como nerviosismo, preocupación o ansiedad; problemas psicológicos como hiperactividad (Farrington, 1992Wasserman, Miller y Cothern, 2000Wasserman et al., 2003), problemas o dificultades de concentración; conductas agresivas o violentas, o baja inteligencia (Farrington, 19921997Browning y Loeber, 1999Kazdin y Buela- Casal, 2001).
Estos problemas, trastornos o carencias de la personalidad pueden influir en el adecuado desarrollo de la personalidad de los jóvenes, creando niños y jóvenes inmaduros, ególatras, egocéntricos, impulsivos o agresivos, comportamientos todos ellos fuertemente asociados a la delincuencia juvenil (con mayor amplitud, Vázquez, 2003).
Estos factores de riesgo se pueden resumir en el siguiente cuadro elaborado por Coie y Miller-Johnson (2001),15 donde gráficamente explican el “Desarrollo de un temprano comportamiento delincuente y la influencia del grupo de amigos”.





Aunque estos son los factores predictores más influyentes en la aparición de comportamientos antisociales o delincuentes, su influencia no es uniforme. El riesgo variará en función del tipo de delincuencia que se intente predecir: delincuencia grave y crónica o leve y episódica, delincuencia de bandas juveniles (Battin-Pearson et al., 1998Hill, Lui y Hawkins, 2001), y, sobre todo, del sexo y la edad de los niños (Kazdin y Buela-Casal, 2001), ya que los factores de riesgo ejercen una mayor o menor influencia dependiendo de la edad en la que aparecen (Farrington, 1992Lipsey y Derzon, 1998Hawkins et al., 2000).


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